ABUSO INFANTIL, UN DESAFIO JURÍDICO- La Voz del Interior 25-1-2013

ABUSO INFANTIL, UN DESAFIO JURÍDICO- La Voz del Interior 25-1-2013

Planifica sus ataques, casi no se arrepiente y resulta ínfimo el porcentaje de individuos recuperables para la sociedad, según informan las estadísticas.
Carlos Nayi

Sin dudas, investigar y juzgar delitos contra la integridad sexual entraña una gran responsabilidad en la labor cotidiana de quienes ejercen y administran justicia. Esta modalidad delictiva, en especial la que reconoce como víctimas a los niños, registró en los últimos años un aumento exponencial.

Frente a esta realidad no se puede diseñar un perfil del abusador, aunque sí pueden señalarse coincidencias en la estructura de su personalidad, patrones de conducta que permiten descubrir un común denominador.

En todos los casos, el objetivo de la rapiña es una satisfacción antinatural de sus deseos sexuales. No les importa que ese proceder altere para siempre la víctima en el desarrollo de su personalidad.

 A estos delincuentes los excita el cazar. El placer quizá no resida en lo estrictamente genital, sino en poder controlar y someter a sus víctimas en esos instantes particularmente perversos.

Por esta razón, el abuso sexual infantil es la más alta expresión del crimen aberrante, una conducta antijurídica que atraviesa para siempre la reserva sexual del agredido.

En su abordaje se debe considerar la personalidad de un psicópata. Planifica sus ataques, casi no se arrepiente y resulta ínfimo el porcentaje de individuos recuperables para la sociedad según informan las estadísticas. En este escenario, cada magistrado debe extremar todos los recaudos para descubrir al lobo con piel de cordero, quitándole el disfraz que lo confunde y lo oculta en el anonimato.

La destacada criminóloga Hilda Marchiori sentenció en uno de sus trabajos: ?Hay abusadores en todas las escalas y niveles sociales, siendo una particularidad en estos victimarios llevar el disfraz de una doble moral?.

Muchos atacantes aparecen en lo cotidiano como padres ejemplares. Alejados de las miradas, se transforman en cazadores compulsivos de víctimas indefensas.

Las cárceles de Córdoba, de hecho, se encuentran pobladas de violadores que en libertad vivieron con sus familias y gozaron incluso de un excelente concepto en el ámbito familiar extenso y en el vecindario.

Se trata de personas con una grave disociación de valores. Al momento de ser juzgados, el nivel cultural, el concepto social, la reputación vecinal e incluso familiar o laboral no resultan parámetros válidos para examinar la conducta de este tipo de atacantes.

El desafío aparece como una urgencia impostergable para la Justicia penal. La víctima, por su edad, presenta una comprensible dificultad comunicacional, asociada a sentimientos de vergüenza, culpa y complicidad que los invade y muchas veces los inmoviliza frente a un cobarde atacante que aprovecha la corta edad de su víctima.

Frente al flagelo del abuso sexual infantil, en el que por lo general el victimario se hace fuerte a partir de la relación de confianza y autoridad que ostenta respecto del menor abusado, la tarea de la Justicia ocupa un lugar preponderante en aras de tutelar los derechos del agredido.

Para ello cuenta con una estructura normativa que prevé una adecuada y categórica respuesta punitiva frente a esta modalidad delictiva, que sugiere de manera cada vez más enérgica una adecuada reacción de la Justicia en tiempo y modo reales a partir de la condigna sanción acorde a la entidad del hecho y daños ocasionados.

La intención es evitar que los objetivos del proceso penal se transformen en una simple expresión dogmática, frente a un flagelo que viola las leyes de una nación, compromete el futuro de un país y ofende a Dios.

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