DOBLE CRIMEN, Paulo Ávila condenado a prisión perpetua por matar a dos ancianos para robarle, eran los bisabuelos de sus hijos

20 / 12 / 2022 | 3
DOBLE CRIMEN, Paulo Ávila condenado a prisión perpetua por matar a dos ancianos para robarle, eran los bisabuelos de sus hijos

Paulo Ávila (47) acuchilló a Ángela Manzanares (80) y Mariano Tornattore (83) para robarles dinero. Eran los abuelos de la madre de sus hijos. Lo descubrieron por las cámaras de seguridad del barrio Mariano Fragueiro, en Córdoba.

Cuando los familiares de Ángela Manzanares (80) y Mariano Tornattore (83) lloraban al descubrir sus cuerpos apuñalados, el chef Paulo Eugenio Ávila (47) presenciaba la escena fingiendo estar compungido. Esa mañana, tras el hallazgo de los cuerpos acuchillados durante la madrugada lluviosa, una vecina comentó que en la zona había cámaras de seguridad. El rostro de Ávila cambió repentinamente y se fue de inmediato.

Lo que ?vendía? a quien los había acuchillado era su vestimenta muy particular: una campera ?inflable? oscura con costuras a bandas horizontales y un inconfundible pantalón con diseño de ?camuflaje? militar. Pocas horas más tarde, cuando una familiar de las víctimas descubrió la campera que había sido ocultada a pocas cuadras de allí, comenzó a sospechar.

En las horas posteriores al hallazgo de los cuerpos sin vida de las víctimas, en su propia casa de Marcos Infante 736 de barrio Mariano Fragueiro, una de las nietas de la pareja le pidió a Ávila que le cuide los hijos que tenían en común, por lo que se quedó en su casa, aunque estaban separados desde hacía pocas semanas. Ese vínculo familiar era el que le había permitido al homicida ganarse la confianza de Ángela y de Mariano.

Inmediatamente, la pesquisa policial comenzó a analizar los primeros indicios. La observación de las cámaras de la vía pública detectó a un hombre que entraba a la casa de las víctimas cerca de las 6.14 de ese domingo 31 de enero de 2021. Luego, salía de ese domicilio apenas pasadas las 7. Para mejor perspectiva, esta vez se dirigió hacia la cámara para que lo tome con más precisión: si bien no se le divisaba el rostro se alcanzaba a ver la campera y los pantalones inconfundibles.

Pero el rostro no se le veía al encapuchado. Repasando otras grabaciones de la zona, se encontraron registros del quiosco de la calle Fragueiro donde un hombre que dejaba su moto estacionada y luego se iba, antes de las 6.14. Luego, regresaba pasadas las 7. La vestimenta era la misma. La moto y el casco eran los mismos que usaba Ávila. Sólo faltaba verle el rostro. En un momento, cuando va a comprar una cerveza, se quita el casco y se le ve la cara al criminal.

POR UNANIMIDAD

Con esa prueba en contra, más otras cuestiones que no podía justificar, el chef llegó detenido al juicio que se celebró casi dos años después en la Cámara 12ª del Crimen, con jurados populares y el tribunal técnico integrado por Gustavo Reinaldi (presidente), Ana María Lucero Offredi y Gabriela María Bella.

Este viernes, la deliberación arrojó un fallo unánime por la condena a Ávila con prisión perpetua por homicidio calificado por el alevosía y criminis causae, en concurso real de robo calificado por el uso de arma.

El fiscal de Cámara Mariano Antuña ratificó plenamente la acusación y pidió la única pena prevista para el homicidio calificado, la prisión perpetua. Lo mismo entendió todo el jurado popular y los dos jueces técnicos que emiten su voto.

?Ha terminado la primera etapa, ahora le toca a Dios, juzgarlo?, dijo tras escuchar la sentencia el querellante Carlos Nayi, quien actuó en representación por los tres hijos de las víctimas, Adriana, Manuel y Mariana.

ABUSO DE CONFIANZA

Durante décadas, las víctimas compartieron matrimonio en esa casa y fueron sorprendidas en su hogar por quien se había ganado la confianza de ambos, particularmente de Mariano, quien tenía un taller de herrería y dejaba que Ávila le cortara el cabello.

La aproximación de Acuña hacia el hogar de los abuelos de quien había sido su expareja tenía el interés de despojarlos de dinero. Los vecinos de la cuadra señalaron que una noche antes del crimen también estuvo merodeando por el lugar, pero como el tiempo estaba bueno, lo vieron sin dudar de quién se trataba. Entonces, una noche después, a horas avanzadas de la madrugada y durante la lluvía de un domingo, cuando no había nadie en la calle.

Acusadores. El querellante por los tres hijos del matrimonio, Carlos Nayi, y el fiscal de Cámara Mariano Antuña. (Ramiro Pereyra)

Acusadores. El querellante por los tres hijos del matrimonio, Carlos Nayi, y el fiscal de Cámara Mariano Antuña. (Ramiro Pereyra)

Esa madrugada, dejó su moto atada en un quiosco situado a cuadra y medio de su objetivo. El asesino caminó ese trayecto y al llegar a la casa de los Tornattore abrió la reja de la vereda como pocos sabían que se abría. Luego tocó la puerta de la casa. Mariano lo invitó a pasar y le sirvió algo de tomar, en el comedor. En confianza y sin que el anfitrión pudiera imaginarlo, le asestó una puñalada con una cuchilla, en el esternón. Luego, fue hasta el dormitorio y sorprendió de la misma manera a Ángela.

Después le quedaron cerca de 40 minutos para revisar toda la casa, buscando los billetes que los abuelos guardaban entre sus ropas. Se llevó cerca de 16 mil pesos.

Esposado. Así llegó y así se fue Paulo Ãvila, esposado tras ser condenado a prisión perpetua. (Ramiro Pereyra)

Esposado. Así llegó y así se fue Paulo Ávila, esposado tras ser condenado a prisión perpetua. (Ramiro Pereyra)

Ávila había sido el encargado de la cocina de un conocido hotel del noroeste de la ciudad y cuando cometió el crimen era el cocinero de ?María?s?, un bar de Duarte Quirós y Sol de Mayo.

Quien había sido su pareja durante 15 años y madre de dos de sus hijos se había separado de él pocas semanas antes, por el manejo desordenado del dinero y por su adicción a las drogas.

LA VOZ DEL INTERIOR 27-11-2022

El cocinero Paulo Ávila está acusado de haber asesinado hace tres meses a un matrimonio en barrio Mariano Fragueiro, de la ciudad de Córdoba. Las víctimas lo conocían bien: el muchacho era su exnieto político. Lo acusan por doble homicidio ?criminis causae? y por alevosía. Le espera perpetua.

Así como espantaba, la escena dejaba también algunas pistas. Sentado en una silla de la cocina, frente a la mesa, estaba el hombre muerto. Lo habían asesinado de una puñalada en el pecho. En la pieza matrimonial, sobre la cama, su esposa. También la habían matado con arma blanca. La habitación estaba revuelta. El típico desorden que dejan los ladrones al buscar.

La clave estaba en la cocina. En la mesa. Allí, frente al cadáver del anciano, estaban tres vasos.

Desde un primer momento, los investigadores supieron que se trataba de un doble crimen en ocasión de robo bastante particular. Nada de delincuentes al voleo, nada de una entradera. El asesino era alguien de confianza. Tanta confianza que incluso había logrado que las víctimas le franquearan el ingreso. Los ancianos no eran de abrirle a cualquiera.

Tanta confianza tenía el que sabía cómo abrir el infranqueable portón de calle que el anciano había construido con sus habilidades de herrero.

El pasado domingo 31 de enero, Córdoba se sacudía de espanto. Angela Castañares (80) y su esposo, Mariano Tornatore (83), eran encontrados asesinados de sendas puñaladas en su casa de barrio Mariano Fragueiro, en la zona norte de la ciudad de Córdoba.

Los cuerpos fueron hallados por una nieta, preocupada porque ambos habían sido invitados a almorzar y desde hacía varias horas no atendían el teléfono.

A tres meses de aquel doble homicidio, la causa judicial está más que avanzada. Tanto que el principal acusado de aquel alevoso caso se encuentra con prisión preventiva y será enviado a juicio en pocos días. Se trata de Paulo Eugenio Ávila (47), quien se ganaba la vida como chef.

Ávila no era ningún extraño para las víctimas.

El hombre había sido por más de 15 años el novio de una de las nietas de Ángela y Mariano. El muchacho, según familiares, testigos y fuentes de la causa, solía ir a menudo a la casa de las víctimas. De hecho, era muy cercano al anciano.

La fiscal Patricia García Ramírez lo acusó con graves cargos: homicidio doblemente calificado criminis causae (cuando se mata para lograr la impunidad) y por alevosía reiterado, además de robo. En caso de condena en un juicio: la pena es la prisión perpetua.

CÓMO DIERON CON ÉL

Desde un primer momento, los investigadores supieron que el asesino era alguien del entorno. Los tres vasos en la mesa eran claves.

Ahora bien, el problema es que no había huellas en la casa y los vecinos no aportaban nada.

Fue entonces que a alguien se le ocurrió mirar qué había captado una cámara de seguridad de una casa próxima.

La sorpresa fue mayúscula: no sólo que los registros estaban grabados, sino que además habían captado la silueta del asesino llegando y yéndose.

El problema es que la filmación era difusa.

Lo que se hizo entonces fue un prolijo trabajo ?hormiga? por parte de los investigadores de la división Homicidios de la Policía: dar con el mayor número posible de filmaciones de cámaras de seguridad a la redonda de la vivienda ubicada en calle Marcos Infante al 736.

El trabajo, arduo por demás, daría sus frutos. Las imágenes fueron recolectadas y rearmadas como rompecabezas.

Con distintas imágenes se pudo ver que el asesino llegaba caminando y se iba de igual forma con una gorra. En un momento se lo ve entrando a un quiosco de la zona y quitándosela. En esa imagen su rostro quedó capturado.

Bastó que los investigadores interrogaran al dueño del comercio, para que este les dijera que conocía muy bien al sospechoso: era ?el nieto político? de los abuelos.

Más allá del complejo trabajo de análisis de filmaciones, los pesquisas se valieron de la labor de calle, que incluyó entrevistas y cotejos de informaciones con familiares y vecinos.

Un dato importante es que Ávila era hábil con los cuchillos, tenía problemas de dinero y se había ganado la confianza de las víctimas.

Su exnovia alcanzó a increparlo por teléfono: ?La Policía me pregunta por vos... Dicen que fuiste vos? Más vale que no hayas sido vos??, le habría dicho la joven.

La joven llegó a declarar que se había separado por los problemas de adicción de él con las drogas.

El sospechoso fue detenido a los pocos días. Nunca habló. En la indagatoria se abstuvo.

El desconsuelo de la familia de las víctimas es doble: primero el doble crimen; luego, ver que el acusado estuvo con ellos durante años.

La nieta de los jubilados asesinados tras la detención de su expareja dijo: ?Me mató en vida?.

¿CÓMO HABRÍA SIDO TODO?

Para la fiscal y los investigadores, Ávila estaba acuciado con problemas económicos.

Aquel 31 de enero pasado, habría llegado a la casa de los abuelos a las 6.14.

Como conocía la vivienda, según la fiscal, sabía cómo destrabar y abrir un portón de seguridad que el anciano había armado.

Luego, tras golpear la puerta de calle, logró que le abrieran.

Llevaba guantes de látex y cuchilla escondida.

A poco de sentarse en la cocina, el acusado habría atacado a Tornatore con el arma blanca.

?Con la finalidad de facilitar su intención delictiva, como así también la de lograr la impunidad del ilícito contra la propiedad que se proponía cometer, y aprovechándose la indefensión (del anciano), en razón de su edad y de la confianza que le tenía, (Paulo Ávila) se habría acercado de frente a Tornatore. De manera sorpresiva, a traición y sin correr riesgo para su persona, le habría asestado una puñalada en el pecho en el tórax?, se lee en el expediente.

Tras matar al anciano, Ávila se habría dirigido a la habitación matrimonial.

Allí, habría atacado a Ángela con la misma cuchilla ?para lograr la impunidad? del robo que pretendía cometer.

La mujer recibió una profunda herida en zona torácica. Para la fiscal, la víctima estaba indefensa (como lo había estado su marido) y eso es alevosía.

Tras atacar a las víctimas, Ávila habría revisado placares y muebles con ?el fin de buscar los ahorros de sus víctimas?.

Se sospecha que solamente se apoderó de 16.800 pesos y de un dije de metal.

A JUICIO

Semanas atrás, la fiscal García Ramírez dictó la prisión preventiva contra el acusado.

La funcionaria judicial entiende que el caso, para esta etapa de la instrucción, está resuelto, por lo que solicitará que sea enviado a juicio en pocas semanas.

?Estamos desolados. Primero, por el crimen de mis padres. Ahora, porque acusan a mi exyerno. Para nosotros, los mató para vengarse de mi hija?, dijo Vilma Tornatore a La Voz.

La Voz del Interior 1-5-21

  • Córdoba. La fiscal Patricia García Ramírez dictó la prisión preventiva para Paulo Ávila (47), acusado del brutal asesinato de dos abuelos la madrugada del domingo 31 de enero pasado, en una vivienda del barrio Mariano Fragueiro de la ciudad de Córdoba.

    Ese día, Ángela Castañares (80) y Mariano Tornatore (83) fueron encontrados sin vida en el interior de la casa por una de las nietas, quien concurrió al lugar al no tener respuesta por parte de ellos ante los insistentes llamados telefónicos.

    Dos días más tarde y tras una intensa búsqueda, fue detenido el presunto asesino. Se trata de Paulo Ávila, de 47 años, y ex pareja de una de las nietas del matrimonio asesinado. Ávila convivió durante 15 años con Mariana Tornatore y se había separado hacía unos pocos meses.

    La principal hipótesis es que Ávila entró a robar a la casa de los jubilados en barrio Mariano Fragueiro y los asesinó a puñaladas para evitar que lo delaten. 

    El abogado de la querella, Carlos Nayi, señaló que Ávila «está imputado de homicidio doblemente calificado criminis causa en concurso real, con robo y la calificante de alevosía». 

    «Los tres hijos de la pareja asesinada piden justicia, seguiremos trabajando acompañados por la fiscal para que enfrente el juicio oral y público y encuentre la máxima sanción contemplada en el Código Penal. Hay prueba consistente material videográfico, prueba documental, testimonial, indiciaria, presuncional, fotografiada en los momentos anteriores, concomitantes y posteriores al hecho criminal», señaló Nayi.

El diario de Carlos Paz 5-4-21

Paulo Ávila era exnovio de una nieta de las víctimas.

  • Por años, fue a esa casa y se ganó la confianza.
  • Creen que mató al matrimonio para robar.
  • Doble desconsuelo de la familia.
  • Los tres vasos sobre la mesa de la cocina terminaron por convencer a los detectives. La escena parecía clara. La pareja había recibido una visita, alguien conocido, alguien familiar. Tanto así como para dejarlo entrar a casa. Preocupados por los robos, tanto doña Angela Castañares (80) como su esposo, Mariano Tornatore (83), no eran de abrirles a cualquiera.

    Mejor dicho, no le abrían a nadie que no conocieran.

    Ahí se encontraban los investigadores aquella mañana de domingo. Trataban de echar luz sobre el alevoso doble asesinato. Al lado de la mesa, donde estaban los tres vasos, yacía el cadáver del hombre. Lo habían matado, sentado en una silla, con una puñalada en el vientre. La puerta de la heladera estaba abierta.

    En el cuarto principal, sobre la cama, el cuerpo de la mujer. Ángela llevaba camisón cuando el asesino la atacó con cuchillo.

    Tanto esa habitación como otro cuarto contiguo estaban dados vuelta. El desorden era absoluto.

    El criminal había revuelto todo, buscando de manera desesperada, en cajones, camas y muebles, el dinero que había en la casa. Quizá rastreaba el efectivo que la anciana ahorraba en una ?cajita?. El cofre desapareció, como algunas joyas que atesoraba desde hacía años.

    El asesino se llevó billetes, algunas cadenas y unos aros. No le interesaron los electrodomésticos. Tampoco el automóvil del hombre.

    Ángela y Mariano fueron asesinados, con un certero puntazo cada uno, con una cuchilla que prolijamente fue limpiada después y abandonada en el mismo hogar. El asesino, se cree, sabía de cuchillos.

    El espanto fue descubierto el pasado domingo al mediodía en la casa de calle Marcos Infante al 736, en barrio Mariano Fragueiro, al norte de la ciudad de Córdoba.

    Una nieta llegó a la casa para ver por qué nadie atendía el teléfono.

    Tuvo mala espina cuando comprobó que las dos puertas (la de reja y la de calle) estaban cerradas sin llave. Cuando entró, el espanto.

    Sus gritos se oyeron desde lejos.

    Desde un comienzo, los detectives tuvieron claro que el doble crimen había ocurrido durante un robo.

    Ahora bien, no era un típico robo. Nada de entraderas, ni de ladrones metiéndose al hogar por ventiluces o con el cuento del falso operario.

    En este caso, el ladrón había logrado que las víctimas le abrieran las puertas, se había sentado a tomar algo y, en ese marco de confianza, los atacó y les robó. Luego, se marchó buscando la impunidad.

    La lupa de los pesquisas se centró y no se movió más del círculo de relaciones de doña Ángela y don Mariano. La lista no era tan amplia.

    Sabían los investigadores que, con conversar a fondo con la misma familia, husmear entre vecinos y analizar profundamente lo que ?decía? la escena del crimen, estaba la llave del enigma.

    Había algo más. Alguien notó que había una cámara de seguridad en la cuadra. El aparato apuntaba contra la casa de las víctimas, funcionaba y grababa. Había que ver el video.

    Y lo vieron. Y lo volvieron a ver.

    La filmación devolvió la imagen del sospechoso saliendo de casa.

    ?A rastrear las cámaras de la zona?, ordenó un jefe. Y así se hizo.

    Las imágenes fueron recolectadas y rearmadas como rompecabezas. El sospechoso fue identificado.

    Una versión señala que en una imagen se lo vería con capucha y que luego se la quita.

    El cocinero

    Paulo Ávila tiene 47 años. Supo ganarse la vida como cocinero de un hotel. Hasta hace un tiempo, manejaba un bar cerca de un shopping.

    Durante 15 años estuvo en pareja con una nieta de doña Ángela y don Mariano. De ese amor nacieron dos nenas. La pareja naufragó.

    Tanto es así que hace un par de meses la joven decidió separarse y lo echó de casa. Le criticó que no sabía cuidar el dinero. Le echó en cara su supuesta adicción a la cocaína.

    Desde ayer, Paulo Ávila ?el chef? permanece preso. La fiscal Patricia García Ramírez lo acusa de haber sido el autor del doble asesinato. Los investigadores lo sorprendieron en su hogar de barrio Parque Liceo.

    Algunos señalan que el domingo por la noche, conocido el doble crimen, llegó hasta la misma casa de los ancianos y se mostró dolido.

    Ávila fue acusado por la fiscal por homicidio criminis causae (cuando se mata para lograr impunidad) y por robo. En caso de condena: perpetua.

    Para los investigadores de la división Homicidios, Ávila es la persona que fue filmada saliendo de la casa. Y sería la misma persona que luego es vista en otras filmaciones.

    Para dar con él y cercarlo, más allá del complejo trabajo de análisis de filmaciones, los pesquisas se valieron de la labor de calle, que incluyó entrevistas y cotejos de informaciones con familiares y vecinos.

    Un dato no menor era que Ávila era hábil con los cuchillos, tenía problemas de dinero y se había ganado la confianza de los ancianos.

    Su exnovia alcanzó a increparlo por teléfono: ?La Policía me pregunta por vos... Dicen que fuiste vos? Más vale que no hayas sido vos??, le habría dicho la joven.

    El desconsuelo de la familia es doble: primero el doble crimen; ahora, ver que el acusado estuvo con ellos durante años y años.

    La nieta de los jubilados asesinados tras la detención de su expareja: "Me mató en vida"

    ?Venganza?

    ?Estoy destruida. Me mató en vida, no me puede haber hecho esto. Mi abuelo era como mi papá y él lo amaba a mi ex?, relataría la chica.

    ?Estamos desolados. Primero, por el crimen de mis padres. Ahora, porque acusan a mi exyerno. Para nosotros, los mató para vengarse de mi hija?, dijo a La Voz Vilma Tornatore.

    ?Reclamaremos el máximo castigo para ese asesino?, apuntó, por su parte, el abogado Carlos Nayi.

    Para la fiscal, el atacante fue el chef y dice que actuó solo. Entiende que el acusado se valió de la confianza para entrar a robar y que mató para buscar la impunidad.

    Víctimas. Ángela Castañares y Mariano Tornatore vivían solos en su casa de barrio Mariano Fragueiro, en la ciudad de Córdoba. Ella era ama de casa; él, jubilado y tenía un taller de tornería. Fueron hallados asesinados (con una puñalada cada uno) el pasado domingo a la mañana.

    Acusado. Paulo Ávila está acusado por homicidio criminis causae y robo por orden de la Justicia.

    Las víctimas, según se sospecha, conocían a su o los agresores: le abrieron las puertas de casa.
  • La pareja fue asesinada con una cuchilla que había en la cocina.
  • No fue un típico asalto domiciliario.
  • Filmación, bajo análisis.

Cuentan los investigadores que para descifrar un asesinato, sobre todo cuando no hay testigos presenciales ni pistas claras de arranque, se debe analizar todo desde adentro hacia afuera.

Se deben analizar primero las relaciones y los vínculos más próximos de las víctimas para luego avanzar hacia lo más lejano. Como si se tratara de círculos concéntricos formados por una piedra que cae al agua.

En la historia del doble crimen de los abuelos asesinados a puñaladas el fin de semana, un drama que no deja de sacudir a Córdoba y en especial al barrio Mariano Fragueiro, la lupa de los pesquisas pareciera haberse detenido y hace foco, por ahora, sobre algo: las relaciones cercanas a los jubilados.

Sin detenidos ni imputados por el momento, la sospecha central por parte las y los encargados de esclarecer el doble asesinato es que Ángela Castañares (80) y Mariano Tornatore (83) conocían a su o sus agresores.

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Esto explicaría quizá el porqué de semejante y brutal designio homicida dentro de las cuatro paredes: no dejar ningún ?cabo suelto?.

Si algo vienen repitiendo, desde el principio, distintas fuentes de la causa es que el caso es ?raro?.

Todo apunta a un robo, pero no a un típico asalto domiciliario.

Nada de delincuentes cometiendo una entradera, por caso.

Nada de ladrones colándose de madrugada a través de un ventiluz o una puerta mal cerrada.

Se sospecha en realidad de un robo más ?particular?.

Se cree que alguien, valiéndose de la confianza de los abuelos, entró a la casa y pidió o reclamó una plata. Quizá le ofreció vender algo.

Los abuelos jamás le abrían la puerta a extraños. Jamás.

En ese tren de sospechas, se cree que esta o estas personas dialogaron primero con el abuelo en la mesa de la cocina. De allí que estuviera con ropa de calle y sentado.

Algo sucedió en el medio de ?la charla? ?según la sospecha? para que él o uno de los agresores tomara una cuchilla de la misma cocina y asesinara al hombre de un puntazo directo al vientre.

Acto seguido, se cree, fue al dormitorio y asesinó a la abuela (estaba en camisón sobre la cama) para tratar de buscar la impunidad final.

Luego, la o las personas agresoras revolvieron esa habitación y otra pieza contigua en busca de algo.

¿Dinero de jubilaciones? ¿Efectivo ahorrado? ¿Acaso fueron a vender u ofrecer algo a cambio de dinero? ¿Dieron con esa plata? No está claro.

Lo que sí está claro es que nadie se robó los electrodomésticos de importancia que había en el hogar.

La cuchilla fue hallada tirada.

Aparentemente, fue limpiada. Sí se encontraron manchas y pisadas.

Ninguna de las víctimas fue maniatada.

?Se sospecha de un robo, pero un robo raro, no hablamos de los típicos asaltos domiciliarios que se dan. Tanto así que las víctimas no fueron maniatadas y fueron asesinadas en distintos puntos de la casa?, comentó una fuente de la causa.

El doble crimen de los abuelos fue descubierto por una nieta de las propias víctimas.

Yohana, la joven, dijo que llegó al domicilio de calle Marcos Infante al 700 alrededor de las 13.15 del domingo último, preocupada porque nadie atendía el teléfono fijo.

Añadió que tanto la puerta de la reja perimetral como la de la casa estaban cerradas, pero sin llave.

Doña Ángela y don Mariano presentaban una puñalada cada uno. El o los asesinos los mataron de frente.

Se sospecha que los abuelos fueron asesinados entre la noche del sábado o la mañana del domingo presuntamente durante la lluvia.

Sombras en una filmación

Mientras no cesa la conmoción de la familia y de la barriada, donde las víctimas vivían solas desde hacía muchos años, ardua es la pesquisa de los investigadores.

Se analiza una y otra vez la escena del crimen, las huellas, manchas, espacios, distancias, sobre todo horarios. Se estudian los últimos momentos de las víctimas y se cotejan sus relaciones. Mientras ?se peina? la zona en busca de testigos, se siguen tomando testimonios a familiares, allegados, a conocidos.

En el marco de la búsqueda se obtuvo, al menos, una filmación de una cámara de seguridad de una vivienda próxima. En la barriada se asegura que ese registro, ya secuestrado, muestra a un ?encapuchado? frente a la casa de las víctimas.

Fuentes del caso fueron más cautas. Se señala que la imagen es lejana y que se ven ?sombras?.

Algunos familiares también aportaron sus propias sospechosos.

Estos datos fueron anotados por los detectives y son analizados.

Mariana, hija de las víctimas, quiere ser querellante. Ya contactó al abogado Carlos Nayi. La mujer tiene su propio presentimiento y reclama justicia con los suyos.

La Voz del Interior 1-2-21

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