LA SOMBRA AZUL .... en el caso Corradini


  • Esta semana se cumplen dos décadas de un crimen que todavía genera interrogantes.
  • Mientras la viuda está cerca de ir a prisión, la investigación por la pista policial quedó estancada.

El hombre dibujó su mejor sonrisa para disimular y, mirando a sus hijos, se dejó llevar esposado por los hombres que acababan de llegar a su casa. Esa sería la última vez que los chicos verían a su papá.

No se preocupen, chicos. Es un juego. No va a pasar nada, dijo.

A sus 35 años, el hombre tenía algunos problemas.

Primero, las finanzas no andaban del todo bien. La panadería no atravesaba su mejor momento.

Segundo, había descubierto manejos extraños en la comisaría del barrio, de donde era presidente de la cooperadora, y estaba dispuesto a denunciarlos en una asamblea pública.

Tercero, se quería divorciar de su esposa, su novia de la adolescencia, con quien tenía tres hijos. Pero ella no quería separarse.

Faltaba un mes y medio para fin de año. Pero Héctor Hugo Corradini no iba a llegar vivo a 1999.

Esposado por la espalda, entró a la muerte con tres balazos calibre 38 en la cabeza. Lo hallaron el 17 de noviembre de 1998 en el asiento trasero de su Volkswagen Gol rojo, a 10 cuadras de su casa, en Alto Alberdi de la ciudad de Córdoba.

Su asesinato, uno de los casos mafiosos más graves de la capital cordobesa, cumple 20 años. La herida Corradini sigue abierta.

Tras dos juicios, la viuda Brígida Mercedes Segalá fue condenada como quien encomendó el crimen a cambio de 100 mil dólares. La mujer fue sentenciada a prisión perpetua por homicidio calificado por el vínculo y por encargo.

Como el fallo no está firme, aún goza de la libertad en la casa donde, por cierto, vivía con Corradini.

También fue condenado el sicario, Víctor Hugo Quinteros. Mandrake recibió perpetua y, a excepción de Segalá, sí está preso ya que tiene causas anteriores a cuestas.

Sin embargo, el mafioso crimen del panadero tiene una sospechosa cuenta pendiente: la sombra azul.

El principal punto es que el revólver 38 Tanque, utilizado para ejecutar al panadero, salió del exprecinto 36 (hoy comisaría 19 de barrio Los Naranjos), donde Corradini presidía la cooperadora. El arma estaba guardada en el depósito por una causa de suicidio. Tras ser usada en el crimen, volvió al mismo lugar.

?Claro que hay una pata policial en esta historia. Siempre lo dijimos y no nos cansaremos de reclamarlo, señaló Alejandro Corradini, a 20 años del crimen de su hermano. ?Aún queda gente que no cayó por lo que hizo y debe pagar, añadió.

Secuestro y tres balazos

Aquel lunes 16 de noviembre de 1998, hubo un acto por el Día de la Policía en la explanada de la Jefatura. El gobernador Ramón Mestre, su ministro de Asuntos Institucionales Oscar Aguad y el jefe policial Máximo Lazcano entregaron distinciones y prometieron trabajar por una mejor Policía, más respetuosa por los derechos.

A la noche, Córdoba se iba a paralizar y varias autoridades no iban a dormir.

Eran las 21.30, cuando al menos dos hombres llegaron a la casa de León Pinelo 1867, Los Naranjos. Soy Ramiro, vengo a ver a tu papá?, dijo uno de los sujetos.

Corradini le dijo a su hijo que abriera y los invitó a tomar café. Las tazas nunca se llenaron: los recién llegados sacaron armas y lo esposaron por la espalda. Lo amordazaron con una sábana y taparon sus ojos con cinta.

Sus hijos Héctor, Yanina y Yamila, quienes tenían 12, 10 y 6 años, fueron maniatados.

Justo cuando Segalá volvió tarde a casa (esa noche se demoró más de la cuenta en la panadería), vio cuando su esposo era subido a su Gol rojo. Ella diría luego que la amenazaron y la maniataron.

A la mañana siguiente, Corradini apareció asesinado. El cadáver yacía esposado y tapado con una manta en la parte trasera del auto. Tenía tres disparos en la cabeza.

Se cree que estuvo cautivo varias horas y fue asesinado en otro lugar.

La misma sensación de crimen mafioso, con la sombra policial detrás, se había vivido siete años antes con la muerte del exsenador Regino Maders, ultimado por el suboficial Hugo Síntora.


Arduo camino de justicia

Que era gay y fue una venganza de un hombre. Que era mafioso y debía dinero. Que se dedicaba al robo de autos. Que era un mensaje para su familia. Que era un ?vuelto? de la Policía. Sobre Corradini se dijeron muchas mentiras. ?Durante años, ensuciaron su nombre, su memoria y la Justicia perdió el tiempo , se quejó Alejandro.

La causa naufragó a manos de la por entonces fiscal Liliana Sánchez. Hasta que en 2005, el expediente tuvo un giro inesperado con el fiscal Marcelo Hidalgo: la viuda fue detenida luego de que se descubriera que había cobrado dos seguros de vida de Corradini por casi 400 mil dólares, sin contarle a nadie. Ademas, se halló el revólver homicida en la comisaría del barrio.

Por eso, fueron detenidos el comisario Oscar Aguilar (jefe del precinto) y su mano derecha, el cabo Mario Onainty.

?Mandrake? Quinteros ya estaba preso, purgando otras condenas.

Segalá reconoció que le pagó una abultada suma a Quinteros, pero porque él la extorsionaba. Para la fiscalía, fue la retribución al crimen. Desamor e infidelidades, según la causa, destruyeron el matrimonio, lo que habría llevado a la viuda a encargar el asesinato.

En 2011, fue el primer juicio. Segalá llegó como supuesta instigadora y Quinteros como sicario. Los policías fueron acusados de haber colaborado con dar el arma. Todos terminaron absueltos por el homicidio. Sólo ?Mandrake? fue condenado, pero por secuestro y robo.

Tras las apelaciones del querellante Carlos Nayi y del fiscal Carlos Ferrer, el Tribunal Superior de Justicia anuló el fallo de la Cámara 9ª y ordenó un nuevo juicio contra Segalá y Quinteros, quienes fueron absueltos por la duda. Los policías quedaron exentos, ya que habían sido absueltos por unanimidad.

En 2016, viuda y sicario fueron sentenciados a perpetua por la Cámara 3ª del Crimen.

El caso terminó por pulverizar a la familia. ?Ya no tengo hijas. Espero que puedan dormir tranquilas ahora, dijo Segalá.

El fallo también ordenó investigar a la exfiscal Sánchez, causa que nunca prosperó.

Los jueces determinaron que el arma salió de la comisaría y volvió a entrar a la comisaría. Acá hubo una necesaria pata policial que debe ser investigada y sancionada, bramó el abogado Nayi.

Vamos a insistir para que investiguen y castiguen a los policías que ayudaron para el crimen de mi hermano, acotó Alejandro.

Nota La Voz del Interior 11/11/18